¿Quién no recuerda de niño haber mascado palos por las calles de Madrid? Pero no cualquier palo, de hecho, y repitiendo por tercera vez la misma palabra, nunca había visto un palo con tantos nombres: agarradera, alcancuz, alcarzuz, alcazul, alfendol, bena, chocolate del moro, erregaliz, fendoces, findoz, fustdolz, melosa, orojué, ororuz, orozú, orozuz, paliduz,palulú, palo dulce, palo-luz, palodul, palodulce, regalicia, regalistia, regaliz, regaliza y rogalicia.

Recuerdo que de pequeño chupaba y masticaba con ahínco estas raíces hasta exprimir todo su jugo dulce. Lo vendían en quioscos y por las calles del centro de Madrid, hoy es complicadísimo encontrarlos. Hace mucho que no me topo con los vendedores ambulantes de palodul , por ello no puedo evitar comprar unas cuantas ramitas cuando veo uno de año en año.

Pero el destino es caprichoso, y si antes me paro a pensar en esto, antes me pone en mi camino a Alicia, una señora de Aluche que a sus más de sesenta años sigue vendiendo estos palitos por Madrid. Una señora tan dulce como el palo de luz con la que pude mantener una charla que hoy me gustaría compartir con vosotros:

*Yo: ¡Me sorprende que todavía haya gente que vende el palodul!

*Alicia: Yo prefiero llamarmo palulú, que es más de Madrid. Ya lo sé, es una pena, antes los jóvenes comprábamos el palulú en los quioscos y ahora los jóvenes no saben ni lo que es esto.

*Yo: Y sin embargo usted sigue vendiendo el palulú por Madrid.

*Alicia: Y lo seguiré haciendo mientras mi salud me lo permita. Es muy bueno para prevenir resfriados y para la digestión. Y por sólo un euro puedes llevarte todas estas ramitas.

*Yo: ¿Queda mucha gente que siga dedicándose a esto?

*Alicia: Somo pocos, pero todavía puedes encontrarnos por Sol, el Retiro y algún otro lugar. Somos como una aparición, nos encuentras donde menos te lo puedas esperar.

*Yo: Eso le da un toque mágico y muy bonito, ¿no cree?

*Alicia: Claro, nosotros somos los recolectores del palo de luz en Madrid.