Bien es conocido entre todos que los habitantes de Mérlobock calientan sus huesos y ahogan sus penas en sangre de trasgo, una cerveza oscura cuyo origen se remonta siglos atrás con la colonización de la isla.
Mérlobock siempre fue una isla alejada del Gran Continente, tanto geográfica como políticamente. Un santuario para piratas y ladrones que buscaban refugio cuando huían de las leyes de algún rey. Los primeros hombres en llegar a Mérlobock establecieron pequeños asentamientos en la costa oeste sin adentrarse en el interior de la isla. No fue hasta la llegada de los primeros ejércitos, provenientes del Gran Continente, que se erigieron las primeras ciudades y la unificación de Mérlobock. Sin embargo, pronto descubrieron que aquella tierra inhóspita no estaba deshabitada. Los pantanos y ciénagas ocultaban las madrigueras de unas grotescas criaturas que no medirían más de medio metro a las que los primeros hombres llamaron: trasgos. En seguida se desataron sangrientas batallas en las que decenas de soldados se enfrentaron en tierra hostil frente a centenares de estas malolientes criaturas, cuyo color de piel era difícil de determinar debido a sus cuerpos invariablemente llenos de barro y excrementos. Para cuando se libró la última batalla, en una desesperada misión por eliminar a todos estos seres de la isla, los soldados descubrieron en las madrigueras de los trasgos vasijas de barro donde las pequeñas criaturas elaboraban un oscuro brebaje de sabor fuerte. Los nuevos habitantes de Mérlobock descubrieron que se trataba de un tipo de cerveza cuyo sabor y olor procedía del uso de maltas oscuras aderezadas con la sangre de los trasgos caídos en la batalla.
Sorprendentemente su sabor gustó tanto a los conquistadores del Gran Continente que decidieron usar la receta, convirtiendo la bebida en un símbolo extendido de victoria y estilo de vida en la isla. Hoy en día se desconoce si la actual receta se asemeja a la original ni cuál es el ingrediente secreto con el que se adereza, pues los trasgos se extinguieron hace siglos o eso se cree.